¿Te gusta ayudar?
Ahora, dime, cuál es tu respuesta a la pregunta siguiente:
¿Te gusta pedir ayuda?
Apuesto que la respuesta a la primera pregunta ha sido un “Sí” rotundo, pero probablemente un “No” a la segunda. ¿Estoy en lo cierto?
¿Por qué nos cuesta tanto pedir ayuda, aún cuando nos gusta ayudar a los demás?
Vamos a empezar pensando en la razón por la que nos gusta ayudar.
¿Por qué te gusta ayudar a los demás?
¿Qué sientes cuando ayudas a alguien?
Ayudar nos produce satisfacción. Nos produce esa sensación de que hemos sido útiles y que nuestra contribución ha permitido mejorar la vida de alguien. Esa sensación es lo más, ¿no crees?
Sentir que otra persona ha mejorado su vida gracias a algo que has podido hacer o decir, produce un sentimiento de bienestar, satisfacción e incluso de orgullo increíble.
Si además la persona es agradecida y valora nuestra contribución, el subidón todavía es mayor.
Entonces, si obtenemos tanto de ayudar, ¿por qué le negamos la posibilidad a los demás de sentir lo mismo?
Si no dejas que los demás te ayuden, estás impidiendo a los demás que puedan experimentar los beneficios de ayudarte.
¿No crees que es un poco egoísta poder ayudar y beneficiarte de ello, pero negar la opción a los demás de que puedan sentir lo mismo?
“Pedir ayuda es de débiles”
Ya sé que a veces sentimos que pedir ayuda es de débiles.
Puede que también sientas que tienes que poder, sea como sea, tú sola y que pedir ayuda implica que no eres suficientemente fuerte, independiente o cualquier otra característica que consideres.
Pero lo cierto es que pedir ayuda es de persona humana. Todos necesitamos ayuda en algún momento de nuestra vida y pedirla es un signo de humildad. Pedir ayuda implica aceptar que no somos superhéroes.
Dejarte ayudar no significa desentenderse y que los demás lo hagan todo por ti. Dejarte ayudar significa que los demás puedan aportar algo que ellos tienen y tú necesitas. Así que dejarte ayudar implica aprender también de los demás.
Dejándote ayudar, no solo obtendrás el resultado final: hacerte la vida más fácil, sino que te permitirá:
- ser más humilde → debemos ser conscientes que no somos mejores que nadie y no tenemos porque saberlo todo
- ser menos autoexigente → no tienes porque ser una superwoman, fuerte, sin problemas, con control absoluto de todo
- aprenderás de los demás → a veces los demás nos pueden enseñar cosas que se les da mejor que a ti
- fortalecerás las relaciones → mostrar nuestras debilidades nos hace ser más humanos y que los demás confíen más en nosotros
¿Cómo empezar a pedir ayuda?
A veces esperamos que los demás nos ofrezcan su ayuda para evitarnos la angustia de pedirla, pero si quieres aprovechar todos los beneficios de ser ayudado, mi sugerencia es que pidas ayuda y no esperes a que te la ofrezcan.
Ya sé que corres el riesgo de que te digan que no, pero este va a ser un riesgo que tendrás que correr.
Eso sí, si te dicen que no, no te sientas mal contigo misma. Piensa que probablemente no es nada personal.
Probablemente esa persona no tiene la energía suficiente para darte lo que necesitas en ese momento. Nada más que eso.
Además es mucho mejor que te digan que no a que te ayuden sin querer hacerlo, solo por una especie de obligación.
Si te preocupa pedir ayuda porque no quieres que la otra persona se sienta obligada a ayudarte, te dejo algunas opciones de frases que puedes utilizar para facilitar que te puedan decir que no si la otra persona no quiere o no puede ayudarte:
- “Me gustaría pedirte algo, pero no quiero que te sientas obligada a hacerlo”
- “¿Me podrías ayudar a _____? Solo si puedes o quieres, ¿ok? No quiero que te sientas en la obligación de hacerlo.”
- Quería pedirte ________, pero me gustaría que fueras libre de decirme que no si no puedes hacerlo. No quiero que te sientas obligada.”
Agradecer la ayuda recibida
Una vez has pedido ayuda y te han dicho que sí, ahora nos queda otra parte muy importante del proceso: ser agradecido.
Puede que pienses que es obvio y que por supuesto que eres agradecida cuando te ayudan.
Lo que ocurre es que a veces no nos damos cuenta, pero sin quererlo quitamos importancia o mérito a la ayuda de los demás. Ya sé que lo hacemos de forma inconsciente, pero es algo que puede incomodar o hacer sentir mal al otro.
Prueba a cambiar las siguientes frases que muchas veces nos salen de forma automática. Por ejemplo, en lugar de decir:
- “No hacía falta que me ayudaras” → “Muchas gracias, has sido de mucha ayuda.”
- “Gracias, pero no tenías porqué” → Muchas gracias, de verdad que me has ayudado mucho.”
- “Esto que te pido es solo una tontería” → “Esto que te pido para mí es muy importante.”
Ya ves, que no solo es importante pedir ayuda, sino también agradecer la ayuda recibida.
Ahora ya sabes el porqué pedir ayuda y el cómo empezar a hacerlo, ¿crees que a partir de ahora va a serte más fácil pedir ayuda y dejarte ayudar?
¿Qué te ha parecido? Espero tus comentarios.